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Fui conociendo la historia de los hombres de Palo Blanco entre sábalos a la horqueta, vino de la costa, mate amargo con salame picado grueso cortado a cuchillo y otros pequeños excesos; jornadas en las cuales el río estaba siempre presente, confirmando la necesidad de contarlas para salvarlas del olvido. En los años de la juventud y con la posibilidad de haber contraído el mal del sauce, fui viendo misterios y magias que se hicieron recuerdo; por aquella época nació la idea de escribir sobre ellos, pero mis torpes escritos no lograban mostrar fielmente las jornadas compartidas con estos seres entrañables e irrepetibles; por eso, con el tiempo los dioses acudieron en mi auxilio, comenté con Ángela lo que estaba intentando, le gustaron las historias, pero sobre todo los personajes “me los prestás” me dijo y de ahí en adelante todo fue distinto. Ella logró una historia hermosa, conmovedora y fiel a mis recuerdos. Aquí vivirán, gracias a su talento, mis amigos de Palo Blanco. Le ruego querido lector trate a los personajes y a la historia con cariño; porque ellos son muy sensibles y ahora son suyos.

 

                           Darío González

(nota preliminar al libro

"Los Devorados de Palo Blanco")

Escuché a Darío, un narrador oral fuera de serie, contar sus vivencias y anécdotas  en Palo Blanco desde nuestra adolescencia. El tiempo y la vida me permitió cumplir su sueño. Así fue que puede imaginar esos personajes con sus características y hacerlos literarios al escribir este libro. Ellos, los personajes de las historias de Darío, sus seres amados , sé que vivirán eternamente en nuestra playa de Berisso. 

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Los berissenses habitamos una ciudad edificada en nuestro corazón, donde las voces, el río, los viñedos y el monte son parte de ese silencio que nos habita.

 

                           Ángela Gentile

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