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EL UMBRAL DE LA PENUMBRA

Un pájaro de bruma

detuvo el domingo

ene le umbral de la penumbra

cuando tus ojos-cielo-mar,

fijos en el tiempo,

desafiaron el beso de la ausencia.

Descarnaron su tristeza

en el lento huracán de la nada.

Guarida de mar,

premura de cielo después del alba,

tu mirada,

con un urgencia inmóvil,

intoxicó de azules y de grises

la inexorable sombra de Caronte.

TRINCHERA DE LETRAS

Legar a la cumbre de la palabra

a la selva del silencio

a la enigmárica magnitud de lo inasible

para que la mimesis de la vida

o la parábola de la muerte

le sirva a cualquier boca

ojo

mano

piel

poema.

A ninguna o a todas

las máscaras del tiempo.

UN ÁNGEL DE CENIZA

Atraviesa los huesos de la soledad.

Busca un contorno.

Un aroma despoblado de vigías.

Persigue una tregua mansa

donbde latir su fuga

de luciérnaga intermitente.

Quiere crecer en una mirada

que no escatime vigilias

para arderle espejos al recuerdo.

Lleva consigo la pausa

que aún no es ausencia.

Tramo de vanidad

con que la muerte teatraliza

su enamorada manera de mentir.

II

Un ángel de ceniza

le escribe alas a la hoguera.

El fuego nada sabe de vuelos.

Su artesania de llamas

sólo persigue leños ausentes

entre esculturas de humo

para repetir la fábula

de los que ya no tieneb rostro.

III

La historia de los pájaros

devela una liturgia de alas

que recupera del cielo

las letras de u nombre.

Se niega a sahumar el papel

con su memoria de silencio.

Sigue perdida

en el remolino de los ojos

al igual que la ausencia

que profuga del reloj

se disfraza de sombra

y cruza el umbral de lo inefable

hasta ser la noche cotidiana

que abrace en el insomnio

una perpetua y constante despedida.

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