BERISSO EN PALABRAS
creado por Ángela Gentile
Una ciudad que encuentra en la palabra, la eternidad de su historia
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DESPERTAR
Sentir,
un estado permanente de vivir
entre la hoja mecida por la brisa
y la piedra escondida bajo el mar.
Encontrar en el viento
palabras murmurando
el canto de las musas.
Sentir que conduce
el alma al eterno sol
más allá del éxtasis.
Firmamento ilimitado,
visión indescriptible
evanescente y divina.
Sentir,
un estado permanente de vivir,
en pleno paraíso espiritual.
EL DIA DESPUES DE LA MUERTE
En tantísimos años de medicina, nunca volví a vivir algo tan triste. Por sus veintidós años de edad, por sus hijos pequeños, por su desesperación, por el futuro irremediable. Ella sabia su diagnostico: cáncer óseo diseminado y terminal.
_ ¡No quiero morir!_ repetía angustiada entre lagrimas y terribles dolores.
No había una respuesta que ofrecerle. Algunos familiares, sobre pasados por la situación, hablaban de la eutanasia. Otros la rechazaban de lleno.
La llevé en el corazón, todo el día. Me quedé dormida, pensando en ella.
Tuve un sueño revelador, distinto a otros sueños. Pasé por el sufrimiento extremo, pasé el umbral de la muerte. Lejos de la oscuridad, hallé la paz. Una paz única de beatitud. El ser en expansión total y plena. Sin la existencia del dolor, ni del cuerpo, solo conciencia (o alma). Sin la necesidad de búsquedas, ni incertidumbres. La unidad del Todo, estaba allí. La plenitud de ser expresión de estrellas en infinita paz y sensación de bienestar. Indescifrable, como estar enamorado del amor y ser amor. La expansión de la existencia en millones de fragmentos y en uno solo.
Cuando desperté, sentí la necesidad de decírselo. Era domingo, no era día de ir al hospital. Pero me puse la chaqueta blanca y fui.
Allí estaba, rodeada de sus familiares. Cuando les pedí que se retiraran, me miraron con desconfianza. Un hermano se quedó.
_ ¿Qué le va a hacer? _preguntó.
_ Nada. Quédese._ le respondí.
Me acerqué a ella, estaba semi inconsciente; le murmuré al oído: La muerte es un estado hermoso. Acaricié su mano y salí de la habitación.
No terminé de recorrer el final del pasillo, cuando el llanto de los familiares, indicó su muerte.
Me había estado esperando . Se fue en paz.